SAN JUAN DE SABINAS, COAH.- Para el profesor Fernando Mondragón Aguilar, el mejor maestro no es aquel que sabe más, sino el que deja huella o influye de forma positiva en la vida de sus alumnos, y en su caso así fue, ya que dedicarse a la docencia tuvo que ver con el consejo de uno de sus mentores, quien le hizo reflexionar sobre el hecho de que ser maestro, le cambiaría la vida.
Recordó que cuando asistía al Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA), en Ciudad Altamirano, Guerrero, por estar dentro de los primeros tres lugares de aprovechamiento académico, obtuvo una beca para acudir al internado de la Escuela Nacional de Maestros en Capacitación para el Trabajo, ubicado en la comunidad de Roques, en Celaya, Guanajuato.
Sin embargo, desistió del beneficio, que incluso no había comentado a sus padres, quizá por el temor al cambio o por no querer dejar su pueblo y a sus amigos.
Su profesor de matemáticas le dijo: “Has desaprovechado la oportunidad de tu vida, las oportunidades se dan solo una vez y tú la dejaste ir”, lo que lo hizo reflexionar y pidió a la dirección de la escuela esperarlo para ir al campo donde su padre se dedicaba a la siembra, a fin de avisarle de su interés de ser maestro.
Aunque su padre, campesino de una pequeña comunidad de Michoacán, no contaba con recursos económicos, le dijo que lo apoyaba, y pidió ayuda a algunos familiares para que Fernando consiguiera dinero para el pasaje.
En 1975 salió de su pueblo para iniciar sus estudios como profesor en adiestramiento con la especialidad de agricultura en una escuela a la que asistían mayormente hijos de campesinos y ejidatarios, y de la que egresó en 1977.
El 8 de septiembre de 1977, con apenas 20 años, lleno de sueños e ilusiones, y con un folder bajo el brazo, Fernando Mondragón llegó a la Villa de San Juan de Sabinas para formar parte de la plantilla de docentes de la Secundaria Técnica Agropecuaria, en ese entonces 353 y ahora No. 27 “Raúl Castellano Jiménez” donde, dice, aprendió de verdad a ser maestro en la práctica, al impartir las materias de Agricultura y Apicultura. Ahí fue coordinador de Actividades Tecnológicas, subdirector, y director.
Con un gran gusto por el campo que había dejado atrás, recordó lo destacada que ha sido esa institución para la sociedad de la Carbonífera, pues se ha distinguido por impulsar la producción agropecuaria para el autoconsumo de la comunidad escolar y comercialización en las poblaciones rurales y urbanas aledañas, pues tiene una amplia zona de influencia en toda la región.
Como parte de su preparación académica, Fernando se graduó como licenciado en Ciencias Naturales en la Normal Superior de Coahuila, materia que por circunstancias de la vida nunca impartió.
Fuera del aula, y cercano al entonces director fundador de la Escuela Normal Experimental de la Villa de San Juan de Sabinas, destacó en el ámbito sindical, social y político; del 2000 al 2002 fue regidor comisionado de la cartera de Educación en San Juan de Sabinas.
Posteriormente fue designado por el entonces gobernador Humberto Moreira como Jefe de Servicios Educativos en San Juan de Sabinas y Múzquiz, etapa de la que recuerda haber establecido, con motivo del Día del Maestro, el reconocimiento a docentes destacados que, sin importar sus años de servicios, se distinguían por su dedicación e innovación, por dar el extra por sus alumnos, llevarlos al triunfo en concursos nacionales, y ser reconocidos por sus estudiantes y compañeros.
Al frente de esas oficinas regionales fomentó los valores cívico-patrióticos al realizar lucidas ceremonias de honores a la bandera con alguna temática alusiva a cada mes en los patios de la dependencia.
Tras el retiro, por cuestiones de salud, de Federico Borjón de la dirección de la Normal, Mondragón Aguilar ocupó su lugar del 2013 al 2015, un gran reto que le permitió mantener contacto directo con los futuros maestros, cuando todas las mañanas los recibía en la puerta del plantel.
“La intención era conocerlos, desearles un feliz día, saber de sus problemas para buscarles solución”. Fue así que se creó un fuerte vínculo maestro-alumno que a la fecha sigue, con el respeto y cariño que los actuales profesores le tienen, y quienes donde lo ven lo saludan con entusiasmo, recordando bonitos momentos vividos en una de las escuelas de mayor prestigio en la región.
Consciente de la importancia de un retiro oportuno de las aulas que le permitiera seguir su vida con un ejercicio pleno de sus facultades, Mondragón, quien se haría acreedor a la medalla “Ignacio Manuel Altamirano” por 40 años de servicio, habría de regresar al nivel de secundarias para jubilarse, pero esta vez no le fue posible en la Agropecuaria.
Es por ello que lo hizo en la Secundaria Técnica No. 2 “Dr. Ubaldo Horacio Riojas Dávila”, de Sabinas, donde igualmente mantuvo un trato cercano, atento, amable y de respeto con los maestros y alumnos, con quienes logró importantes acuerdos en los momentos en que los jóvenes presentaban alguna conducta difícil, ofreciéndoles alternativas de solución que les permitieran reconocer errores y comprometiéndolos a evitarlos en el futuro, contribuyendo así a su formación como seres humanos responsables de sus actos.
En ese tiempo le correspondió presidir los festejos por el 50 aniversario de esa escuela, que incluyeron una serie de actividades culturales y académicas de proyección hacia la comunidad, y que involucraron a destacados personajes de la sociedad.
Aunado a que fue gestor de beneficios ante personajes como el empresario Don Antonio Gutiérrez Garza (+) y las entonces diputadas federales Ana María Boone Godoy y Guadalupe Oyervides, para la remodelación y equipamiento de la sala audiovisual que había quedado bajo el agua por el paso de los remanentes del huracán Alex en el 2010.
“Donde quiera que he estado, he dejado recuerdos que considero gratos, con emotivas despedidas en las que no he podido evitar las lágrimas. Ha sido difícil por la petición de mis alumnos y compañeros de no irme, les agradezco porque de todos ellos aprendí, pero la vida se compone de ciclos que se deben cerrar; mis mayores recuerdos y orgullo son mis alumnos y sus palabras de aliento en todo momento”, expresó.
Fernando Mondragón es de la idea de que el castigo y la represión no son la mejor forma de educar, es mejor con confianza y cariño, pero con firmeza y estableciendo límites, lo que considera es algo que va dando la experiencia de la vida, por lo que no coincide con las reformas que establecen que actualmente, con 10 años de servicio, un joven maestro si se prepara puede llegar a ser director, “yo voy más de acuerdo con el ascenso escalafonario”.
Dijo creer en la cultura del esfuerzo y sentirse orgulloso de haberse ganado y desempeñado con responsabilidad y lealtad los puestos que ocupó en la docencia, “se dice que el maestro es muchas veces incomprendido en sus demandas y no se le retribuye como corresponde”.
El magisterio es una vocación de servicio, es influir en la mente y corazón de los alumnos, aportar un granito de arena a sus vidas, porque el docente debe ser ejemplo, y enseñar en base a valores, algo que los estudiantes no olvidan.
Como aficionado a la composición y amante de la música, el maestro Mondragón, cuando tiene oportunidad de reunirse con sus alumnos, siempre interpreta para ellos la canción “Amor de Estudiante”, y anticipa que, en encuentros futuros con exalumnos de la secundaria Agropecuaria, les cantará “Campesino”, una melodía que compuso para su padre.