Expuso que algunos orientales trabajaron en minas, otros ofrecían alimentos en cafés y restaurantes, otros se asentaron en comunidades como en Las Esperanzas, y cuya herencia genética y apellidos aún perduran.

Durante la segunda guerra mundial y pese a la molestia de los locales, japoneses y alemanes fueron llevados a campos de concentración en el interior del país, y algunos ya no regresaron.

Recordó que este miércoles se conmemoró el aniversario de la primera gran tragedia minera de El Hondo, donde cayeron 141 carboneros, la mayoría orientales.